«Ya no siento amor por mi pareja» Sí, con pena reconozco que esa frase la usé muchísimas veces, no solo cuando hablaba con mis hermanas, sino en mis oraciones también. Realmente estaba convencida de que ya no amaba más al hombre que delante de Dios había prometido amar hasta que la muerte nos separara.
¿Sabes? he conocido a hombres y mujeres que me han expresado que ellos tampoco sienten amor por su pareja. El matrimonio es un reflejo de la unión de Cristo y Su Iglesia, y nuestros matrimonios deben reflejar esa unión, perdón y reconciliación.
Las mujeres podemos ser tentadas a desear vivir en una película romántica. Pero debemos entender que el matrimonio tiene un fin más poderoso, con implicaciones eternas, una herramienta viva de las buenas noticias de Dios a la humanidad.
¿Por qué dejamos de amar?
El pecado, el egoísmo y el orgullo matan el amor. Nos centramos tanto en nosotros mismos (hombres y mujeres), en nuestra felicidad, en recibir atenciones y en ser el centro. Pero si cada uno de nosotros se dedicara a hacer feliz al otro, entonces seríamos felices ambos. Si nutriéramos el corazón y los afectos del otro, permaneceríamos enamorados por toda la vida. Pero, estamos acostumbrados a recibir y nos olvidamos de dar.
El pecado lo arruina todo, tristemente cuando pensamos en el pecado en nuestro matrimonio, no pensamos en el nuestro. Nos enfocamos en todo lo que nuestro cónyuge hace o no hace. Cuán lejos está esto del consejo de Dios. Una y otra vez la Biblia nos invita a escarbar nuestro corazón, analizar nuestros motivos y reconocer la viga en nuestros ojos antes de pretender sacar la paja del ojo ajeno.
Nos sorprendería saber cuántas familias cristianas se sienten atrapadas en esta situación.
Sin embargo, siempre que haya vida, hay esperanza. Siempre que haya uno que esté dispuesto a recuperar el amor, se puede lograr porque contrario a lo que muchos creen, el amor es una decisión y no un sentimiento. Así que siempre es posible volver a amar.
¿Qué hacer?
Lo primero que debemos preguntarnos y responder con total sinceridad es, ¿Cómo está mi relación con Dios? ¿Mi tiempo de oración y lectura de la Biblia es constante?
Recordemos que según esté nuestra relación con Dios así estará nuestra relación con otros, es decir, mientras más cerca estamos de Dios se nos hará más sencillo relacionarnos con quienes nos rodean. Saber que Dios nos ama, nos perdona, nos acepta nos hace más sencillo el amar, perdonar y aceptar a otros. Cuando olvidamos eso, nos será difícil expresarlo o vivirlo.
Con esto no quiero decir que porque hemos dejado de amar a nuestro esposo, también hemos dejado de amar a Dios, no. Pero es probable que hemos olvidado la belleza del amor de Dios para con nosotras, quien nos amó cuando menos lo merecíamos y cuando menos lo esperábamos.

Recuerda
El amor es una decisión, no son sentimientos y emociones. Son acciones que tomamos a favor del bien del otro. Hemos recibido un amor perfecto de parte de Dios que solo por Su gracia y Espíritu podemos dar y reflejar.
«El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Cor. 13:4-7).
Al final del día, amamos porque Dios nos amó primero.
No camines sola
Dios nos llamó a estar en comunidad, pertenecer a una iglesia local es un regalo del cielo. Es ahí donde podemos encontrar mujeres en quien confiar, mayores en la fe, cimentadas en la Palabra que nos acompañen en oración y consejo. No estás sola.
¿Recuerdas Tito 2:4?
«que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos».
Mujeres con más experiencia, sabiduría y madurez espiritual pueden enseñarte a amar a tu esposo, no pierdas la fe.
No guardes silencio, compartir nuestras cargas y debilidades nos coloca en una posición humilde que nos permite recibir consejo y ayuda. La vida cristiana se vive en comunidad. Somos un cuerpo.
El fundamento es Cristo
Es solo por el amor de Cristo en y por nosotras, que podemos mostrar gracia, compasión, bondad, mansedumbre y humildad hacia nuestro esposo. Debemos ver a Cristo en nuestras circunstancias y crecer en semejanza a Él. Las emociones y sentimientos surgirán como consecuencia de la obediencia. No al revés.
Es muy probable que vivamos con anhelos y deseos que nunca lleguen a cumplirse, pero eso no debe detenernos en dar de gracia lo que de gracia hemos recibido. Ya sea que nuestro esposo responda de manera amorosa o no, sea que él siga con nosotras o nos abandone, Dios bendecirá nuestra obediencia, nuestra fidelidad a Él y al pacto que hicimos.
Decidamos mostrar a nuestras familias que estamos llenas del amor de Jesús. Decidamos ser instrumentos de gracia y amor a nuestro esposo. Amemos como lo prometimos, todos los días hasta que la muerte nos separe. Dios nos dé la fuerza e impulso para cumplir ese glorioso llamado.
No olvides que en Cristo hay esperanza. Él es el fundamento de nuestro matrimonio, nuestra roca fuerte. Siempre es posible volver a amar.
En Su Gracia
KF
Quiero recomendarte con el corazón, el siguiente podcast, si es que aún no lo has escuchado: «Que amen a sus hijos».
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