Hace poco descubrí que disfruto mucho el café de grano cuando le agrego un trozo de canela y dos clavos de olor a la cafetera. Si tuviera una olla de barro lo haría ahí, pero una cafetera eléctrica siempre es más cómoda, rápida y su ventaja es que el café siempre está caliente, listo para servirse.
Estoy por darle el primer sorbo a mi café cuando mi celular suena con un tono familiar. El sonido me avisa que está entrando una videollamada desde el grupo de WhatsApp que tengo con mis hermanas; una videollamada que inició Deborah. Estoy a punto de rechazarla cuando Isabella escribe:
—Yuls, sabemos que estás disponible, no intentes ignorarnos.
¡Diablos! Me conocen muy bien, además ellas saben que Marcel regresa de viaje esta noche. Lo saben porque anoche lloré como Magdalena con ellas al contarles que antes de que Marcel saliera de viaje discutimos, ambos nos gritamos, ambos nos olvidamos del amor que nos une y ambos dijimos palabras que hirieron uno al otro. Es increíble que, en un momento de enojo, el dolor, el rencor y la falta de perdón ganaron la batalla. Tres semanas se fue de viaje, la empresa en la que labora lo encomendó a una capacitación de nuevos vendedores y, bueno, me duele reconocerlo, pero su ausencia ha servido para que pueda pensar, recapacitar y darme cuenta de que lo que sucedió aquel día, solo fue la explosión de dinamita que se había almacenado poco a poco en nuestros corazones.
No quiero contestar la llamada, estoy segura que volveré a llorar y la verdad es que no quiero recibir a Marcel con los ojos hinchados, pero Deborah insiste. Ese es uno de sus dones, no el de insistir, sino el de ver por el bienestar de los demás, me lo deja claro en su mensaje que dice:
—Julia, responde, estamos preocupadas por ti.
Suspiro.
¿Qué más da si vuelvo a llorar? Total, no creo que me queden lágrimas, si la señorita Julia tiene maestría y doctorado en “llorar por todo, por nada y porque sí”.
—Hola, ¿cómo están? —Dios mío, mi reflejo en la pantalla del celular es peor de lo que pensé, creo que me veo peor de lo que me siento.
—Mi niña hermosa, ¿cómo estás?
Mi hermana Catalina, la mayor del clan siempre me habla con ternura. Sus ojos muestran que le duele mi dolor. Ella es una mujer fuerte, ha cuidado de todas nosotras, desde que éramos niñas, como si fuéramos sus propias hijas. Creo que nació con el sentido de maternidad a flor de piel. Tiene una historia de vida tan dura y llena de gracia también que, fácilmente alguien podría escribir una novela con ella como personaje principal y seguramente sería un best seller.
—Hemos estado orando por ti desde anoche —Mi hermana Deborah (“Deb” como le decimos de cariño) interrumpe mis pensamientos—. Nos preocupamos por ti, ¿dormiste bien?
—¿Dormir? Ehm… sí, dormí poco, aunque logré descansar —Mentí—.
—Yuls (Así es como me llama mi hermana Isabella), esto también pasará; no temas. Hay cosas que no salen como esperamos ni cuando esperamos, pero todo está bajo control de un Dios soberano que gobierna y guía nuestras vidas de manera perfecta. ¡Ánimo! Levanta la cara, y recuerda quién eres.
—Sí, creo que me haría recordar quién se supone que soy en estos momentos, porque la verdad es que no tengo cabeza para nada más.
—Seguro que es así —comenta Deb—, por eso te llamamos. Es en estos momentos en los que necesitas recordar quién eres y qué es lo que crees. Cuando estamos en momentos de dolor o hasta en momentos de mucha alegría, nos centramos en nosotros mismos y perdemos de vista quiénes somos realmente. ¿Qué quiero decir con esto? Que es probable que solo estés viendo lo malo que sucedió contigo, que te estés culpando de todo y eso no ayuda mucho a encontrar una solución y actuar con sabiduría.
—Por favor, ayúdenme a recordar quién soy. —Les suplico mientras coloco el celular en la encimera para vaciar la leche caliente y los arándanos en la cacerola que contiene el arroz que ya está cocido.
—Muy bien —continúa Deb—. Sabemos que estás arrepentida por haber discutido, por haber actuado sin gracia, por gritar y decir cosas que lastimaron a Marcel; lo sabemos porque nos lo has dicho y tus acciones eso han demostrado. Creemos que fue bueno el que este tiempo pudieras estar a solas para examinar tu comportamiento y darte cuenta de lo horrible que es el pecado que todavía permanece en ti. Fue bueno que te dieras cuenta de que a pesar de que te esfuerces y hagas lo posible por quitar todo eso feo de tu vida, no es posible que lo erradiques por completo y, fue bueno que te lamentaras por eso. Sin embargo, Julia, olvidaste lo esencial. No puedes vivir centrada en todo lo feo, lo podrido y lo asqueroso que es el pecado como si este fuera tu dios y señor. No lo es y pienso que en muchas ocasiones así actuamos todos, no solo tú.
—Sí, pero si no me doy cuenta de eso, seguiría ciega a mi propia ceguera —interrumpo—.
—De acuerdo, sí, pero cuando te das cuenta de tu ceguera ¿qué haces? ¿Sigues caminando en tinieblas o has encontrado la luz? Cuando te das cuenta de tu propia ceguera no es porque tú las logrado cobrar la vista por ti misma, es Dios quien en su bondad y gracia te ha devuelto la vista para que ahora veas con claridad, para que te deleites en la luz, Su luz.
Sus palabras me hacen mucho sentido, es como si se me quitara un peso de encima. Qué locura, lo que me está diciendo no es nuevo para mí, pero tal parece que lo hubiera olvidado por completo.
—Cuando atravesamos por momentos de dolor o cuando estamos luchando contra el pecado, podemos llegar a pensar que Dios no está con nosotras o que se le olvidó por un momento acompañarnos todos los días de nuestra vida; pero debes recordar que Dios no miente y que somos verdaderamente suyas, le pertenecemos, no nos dejará, pero tampoco dejará que nos perdamos. Por eso es que nos necesitamos, como hermanas en la sangre, pero en Cristo también, para recordarnos estas verdades que podemos olvidar en medio de nuestro dolor.
Bravo, las lágrimas se han presentado de nuevo.
—Todo esto, mi hermana querida, es solo para recordarte que tienes algo mucho mejor dentro de ti: El mismo Espíritu que levantó a Cristo de entre los muertos vive en ti, Él hará que tu corazón anhele adorarle, te recordará que sus promesas son reales y que esto que estás sufriendo es temporal. Llegará un día en el que no habrá más llanto, más dolor, más discusiones ni más falta de perdón. Puedes descansar en su gracia que te sustenta, puedes orar y dar gracias por todo lo que aconteció porque es un recordatorio de que no puedes hacer todo sola, ni lejos de Dios. Puedes orar por santidad y por palabras que estén llenas de gratitud porque lo que vendrá en el futuro es perpetuo, es eterno y no nuestros dolores ni nuestros fracasos. Eres amada, fuiste rescatada, tus pecados fueron perdonados en la cruz del calvario, eso te hizo una mujer perdonada, amada, justificada y toda la condenación que tenías fue quitada. Vive a la luz de esa verdad y que todo cuanto hables, hagas y seas, esté impregnado con lo que Cristo hizo en esa cruz.
Las lágrimas que dolían, ahora son de gratitud y una liberación que hacía mucho no sentía. Quiero saber más acerca de cómo vivir a la luz de esa verdad que Deb me acaba de decir, quiero caminar sabiendo que soy amada y que las relaciones que tengo con otras personas esté permeada por ese mismo amor. Necesito conocerlo, necesito creerlo, necesito vivirlo. Gracias a Dios, gracias a Dios por mis hermanas y por lo que puedo aprender de ellas.
«Historias que contar». Comparto situaciones de la vida diaria para ayudar a visualizar el evangelio en lo cotidiano. Espero que esta serie de publicaciones sea de bendición para quienes las lean. Cabe aclarar que las historias y personajes que comparto aquí, son mera ficción.
¿Conoces mis libros?
Hogar Bajo Su Gracia con Lifeway Mujeres y BH Español. Disponible en las librerías cristianas de tu preferencia: Amazon | Lifeway | Librería Beraca Mx
El secreto del gozo con BH Español. Disponible en las librerías cristianas de tu preferencia: Amazon | Lifeway | Librería Beraca Mx
El azul es para los niños con EBI. Disponible en las librerías cristianas de tu preferencia.
Visítame en: Instagram | Twitter | Facebook | Goodreads | Soldados de Jesucristo | EBI Blog | TGC | Lifeway Mujeres
En Su Gracia
KF