Sin duda, escribir es: 10 % escribir y 90 % reescribir. Creo que la parte de revisión es ahora mi momento favorito en este parkour literario.
Leo una y otra vez para mis adentros, como lector apasionado mas no como su autor. Por la noche lo leo en voz alta para mi esposo, pues sus oídos siempre detectan algo que me pasa desapercibido a mí.
Duermo pensando, analizando; y, en ocasiones me encuentro soñando con lo que escribí. Por la mañana siguiente leo una vez más y trato de identificar las palabras claves de cada sección, el momento cúspide del fragmento.
Lo veo bien, lo escucho bien; pero, no es suficiente, sé que debo pulir, corregir, reescribir. Imprimo el documento. “No estoy hecha para la tecnología que suprime y corrige en mi lugar” —me digo mientras bebo el café que se ha enfriado por segunda ocasión—.
Me pierdo entre párrafos y letras que suben y bajan sin cesar. Comienzo una vez más... Observo todo el documento que parece ser un bosque en el que me encuentro por primera vez. Analizo cada parte y cada escenario, cada fragmento.
Es una sinfonía sin ritmo en algunos espacios, altos y bajos que no coinciden y que he de corregir. No me apresuro. Hilvano una a una las palabras que han de conformar las ideas que mostrarán el corazón, aquel que late cavilando en la verdad que lo sostiene palabra a palabra. Poco a poco, sin distracciones, un día a la vez.
Primera revisión.