Creo que el algoritmo de instagram sabe que estoy llegando al medio siglo de vida porque los videos que aparecen cada vez que entro tienen que ver con mujeres de la mediana edad, ya sea ejercitándose, con bochornos nocturnos causados por la menopausia o bien, videos con cirugías plásticas anti envejecimiento. Me da la impresión de que hay un miedo inmenso a envejecer.
¿Por qué tememos envejecer? ¿Será que creímos la idea de que con el paso de los años nos volvemos inservibles y hasta un estorbo para los demás? ¿Será también que hemos sido testigos de la poca enseñanza e instrucción que se ha dado respecto a la honra a los ancianos? ¿Cuál es nuestra historia con los ancianos que hemos tenido cerca antes?
«Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano, y temerás a tu Dios: Yo soy el Señor» (Lev. 19:32).
Para Dios los ancianos son de gran valor, no solo porque tienen Su imagen plasmada en ellos, sino por los años de vida que Dios les ha permitido vivir. Muchos de ellos han adquirido sabiduría, conocimiento, han sido probados en su carácter y han aprendido lecciones que no son tan valoradas en los años de juventud.
La Biblia no se equivoca cuando nos dice que: «Entre los ancianos se halla la sabiduría; en los muchos años, el entendimiento» (Job 12:12). Tampoco se equivoca cuando nos exhorta a las mujeres mayores a «aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos e hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos» (Tit. 2:3-5). La Palabra de Dios nos enseña no solo a crecer en sabiduría con el paso de los años, sino a considerar a nuestros ancianos y ancianas como personas sabias.
Entiendo que no todos los que envejecen son sabios, pero sí sé que la Palabra de Dios nos llama a honrar a los ancianos. No obstante, en estos tiempos, parecería que la vejez es un insulto y algo que ofende, mas que ser de honra y reconocimiento. Tal parece que para los jóvenes de hoy día los consejos de los ancianos y ancianas son pasados de moda, malintencionados, cargados de amargura, más que verlos como sabiduría acumulada porque hay experiencia de vida, experiencias por caminar con Dios.
Veo con tristeza cómo el menosprecio a la enseñanza impartida por personas mayores va en aumento; pero no solo a la enseñanza, sino el menosprecio a la persona mayor y lo que sea que puedan compartir. Las palabras que vienen de una abuela o de una mujer madura, en muchas ocasiones no son recibidas con amor, gracia y humildad; por el contrario, son tomadas como ofensivas y malintencionadas.
Muchas de nuestras jóvenes les han dado más credibilidad y han atribuido mayor sabiduría a sus coetáneas que son virales en internet e incluso a Google. Lo que nuestras jóvenes pueden estar pasando por alto es que, el que un mensaje se haga viral en Internet no siempre quiere decir que es un mensaje sabio, confiable, veraz o incluso bíblico. Instagram, google y las redes sociales no son el lugar ideal para encontrar sabiduría.
Entonces, este es un llamado a creer que lo que la Biblia dice respecto a los ancianos y ancianas es verdad. Hay sabiduría en ellos, hay historias que podemos escuchar y de las que podemos aprender para que, conforme avanzamos en la vida, no vayamos a ciegas ni a tientas, sino confiando en que Dios cuida de sus hijos aún en la vejez.
Pidamos a Dios un corazón humilde, enseñable, para que podamos escuchar y conocer de la bondad de Dios a lo largo de una vida; para que al escuchar las batallas que han librado junto al Señor aquellos que han vivido más, nos llenemos de fe y de esperanza. Pidamos sabiduría y gracia para que la próxima vez que una anciana nos hable acerca de cualquier cosa, no seamos duras ni altaneras en pensar que son anticuadas, amargadas y obsoletas; sino que con gracia y amor de Dios recibamos lo que «sus canas pueden enseñarnos».
«Las canas son una honrosa corona que se obtiene en el camino de la justicia» (Prov. 16:31).
Mujer, siempre tendremos ancianos y ancianas alrededor nuestro. No permitamos que la cultura de la inmediatez, lo innovador, lo dinámico de las redes sociales, la vivacidad de la juventud o el individualismo, nos distraigan del regalo que Dios nos ha dejado en la sabiduría de los que han vivido mucho más que nosotras.
Honremos las canas de aquellos a quienes Dios les ha dado la oportunidad de vivir más. Que su Espíritu Santo nos traiga convencimiento de la necesidad que tenemos de mostrar el evangelio a nuestros ancianos, de recordar que tienen la imagen de Dios en ellos, que han sido probados y además que entre ellos y nosotros está Cristo.
Cuidemos de no menospreciar sus enseñanzas, su sabiduría, pero mucho menos menospreciarlos por su edad. Dios nos guarde, para que el mundo que teme y rechaza la vejez, pueda ver en nosotros a Cristo y su obra de gracia por la forma en cómo nos dirigimos, servimos, amamos y honramos a los ancianos y ancianas que nos rodean.
En Su Gracia
KF