Querido Diego,
Estos han sido días duros en la familia, después de dos años que comenzó la pandemia por Covid-19 el virus hizo presencia en casa de los Fernández. Las horas parecían muy cortas en comparación de los días largos envueltos entre fiebre, tos y uno que otro llanto esporádico.
Quisiera decirte que fueron días llenos de demostraciones de afecto de parte de gente amada, pero la realidad es que la pasamos muy solos. No fue malo, no me mal entiendas, no me estoy quejando ni tengo resentimiento por ello; sino que, pareciera que en momentos así Dios se encarga de recordarnos que, aunque no hubiera nadie más en nuestra vida, tenerlo a Él es suficiente.
Esa es una gran verdad, nuestro Dios no nos ha dejado solos, nos ha regalado una familia inmensa con quienes no solamente estaremos juntos en esta tierra en nuestro peregrinar, sino en la eternidad, donde habitaremos con Él, en comunión perfecta. Recordar eso, la soledad que pudiéramos experimentar aquí, parece irrelevante comparado con la majestuosidad que tendremos en gloria, con Él.
Había escuchado que al atravesar esa enfermedad uno duerme más, se fatiga más; pero en mi caso, aunque estaba débil y con mucho dolor muscular, tuve la oportunidad de escribir un poco más, mis ideas estaban confusas, eso sí, me sentía dispersa y en ocasiones olvidaba más que de costumbre lo que había estado meditando al despertar.
En el ejercicio de la escritura diaria me he dado cuenta que a través de mis letras —muchas veces adversativas—, encuentro y veo la viga que cargo en mis ojos. Siempre estoy escribiendo para mí. Estoy convencida de que la escritura ha ayudado mucho en mi santificación; escribir me santifica.
En ocasiones me identifico con Susan Sonteg cuando dice: «Soy una escritora adversativa, una escritora polémica. Escribo para apoyar lo que se ataca, para atacar lo que se aclama. Pero con ello me coloco en una situación emocionalmente incómoda. No espero, íntimamente, convencer, y no puedo dejar de consternarme cuando mi gusto (ideas) minoritario se convierte en el gusto (ideas) mayoritario: entonces quiero volver a atacar. No puedo dejar de estar en una relación de adversaria frente a mi propia obra».
Pero, ahí voy... Aprendiendo y creciendo. Poco a poco, imperceptible a mis ojos, pero creyendo en la obra de Dios en mí, un día a la vez. Amo escribir, hay libertad en hacerlo. Dejé de gritar, imponer y reclamar. Es ahí donde muchas veces encuentro una luz que me dirige a la salida del obscuro firmamento a causa de la viga que obstruye mi mirar.
Es en la sinfonía de mis letras donde escucho finamente mis pensamientos que se han ido renovando, ahí donde despliego mis susurros, dolores y lamentos para recordar que escribo para no olvidar lo que Dios en Su bondad me ha permitido conocer, disfrutar y atesorar: Su evangelio.
No tengo la menor duda de que Dios ha usado la escritura como una forma para santificarme. Pues a través de lo que escribo, de escuchar mi voz escrita (porque escribo con el oído, no solo con la vista), me recuerda lo que he atesorado el evangelio, cuánto lo necesito todos los días y cuán necesitada estoy de la gracia de Dios.
En el ejercicio diario de la escritura también puedo crecer en paciencia, en diligencia, en el conocimiento de Dios, porque para escribir desde el asombro por Dios hay que conocerlo, amarlo, asombrarse de Él. Uno no puede dar lo que no tiene, ni hablar o escribir con claridad lo que no conoce o lo que no termina de entender.
Así como en alguna ocasión leí: “Siempre que hay algo mal con tu escritura, sospecha que hay algo mal con tu forma de pensar” (Patricia T. O'Conner). Lo mismo sucede cuando nuestra mente está llena de ruido mundanal más que la armonía celestial de la Palabra de Dios. No podemos hablar claramente de lo que no entendemos, lo que no está claro en nuestra mente no lo podremos hablar o escribir.
No podemos hablar claramente de lo que no entendemos, lo que no está claro en nuestra mente no lo podremos hablar o escribir.
Por último, querido Diego, escribir no es glamoroso, es catártico, en santificador. El Dios soberano reina aun en las letras que escribo. Escribo para mí, pero «escribo para no olvidar» que escribo para aquel por quien he sido aceptada, por el que pagó con su muerte mi vida, escribo por gratitud a Él, por amor a Él.
Escribo en respuesta a su fidelidad, a su amor, a que puso en mis manos la forma en la que Él sabía que podía expresarme mejor y darlo a conocer a otros también. Escribo porque me ayuda a mi santificación; y, aunque no es glamoroso, escribo para no olvidar.
Espero tener noticias tuyas pronto,
Con aprecio,
KF
«Cartas entre amigos» donde dos aspirantes a escritores comparten sus motivaciones para escribir. Esta serie de publicaciones fueron inspiradas en "The Blackbird letters" de Aarik Danielsen y Lore Ferguson Wilbert.
¿Conoces mis libros?
Hogar Bajo Su Gracia con Lifeway Mujeres y BH Español. Disponible en las librerías cristianas de tu preferencia: Amazon | Lifeway | Librería Beraca Mx
El secreto del gozo con BH Español. Disponible en las librerías cristianas de tu preferencia: Amazon | Lifeway | Librería Beraca Mx
El azul es para los niños con EBI. Disponible en las librerías cristianas de tu preferencia.
Visítame en: Instagram | Twitter | Facebook | Goodreads | Soldados de Jesucristo | EBI Blog | TGC | Lifeway Mujeres
Muchas gracias por recordarnos que Cristo es suficiente y que en medio de los momentos cuando estamos solos y alejados de las personas que amamos y que nos aman, Dios nos recuerda que Su presencia siempre está allí.
Espero que se estén recuperando y que ya haya pasado lo peor de la enfermedad.
Gracias por bendecirnos con tus escritos. Dios te continue santificado a través de la escritura.
Me encanta leerte.
Dios te bendiga