En ocasiones olvido que nuestra vida es un constante éxodo. Un salir de lugares donde hemos sido esclavos por mucho tiempo; donde existía idolatría en nuestros corazones, donde a pesar de ser esclavos nos creíamos libres; donde teniendo poco, comparado con las promesas en Cristo, preferíamos las migajas que nos ofrecían a cambio de nuestra servidumbre.
Cristo me libertó de ese lugar al que muchas veces, mi corazón anhela volver. Es posible que olvide que, en el silencio de mis pensamientos, mientras escucho el latir de mi corazón, me encuentro pensando y meditando en su voz.
El secreto y el silencio me esconden del bullicio reflector, esos destellos breves y momentáneos que si olvido quien soy, dónde me encuentro y quién me sostuvo, seguramente me guiarán a un camino del cual, para mi alma sedienta, será mejor no visitar.
No que esté mal, per se, no que se deba clausurar; simple y llanamente es que mis pies se tambalean al escalar montañas sinuosas de las que otros han querido usar como altar. De lejos estoy mejor.
En secreto y en silencio a pesar de dejar escuchar mi voz. La sobriedad, sabiduría y prudencia como estandarte he querido levantar. En secreto y en silencio, entre ruidos y destellos, guardando un corazón que late y vibra, que canta y ama, que se duele y extraña.
Un corazón que con ternura y amor fue tomado entre las manos de su creador para hablarle bajito y recordarle que el Dios Trino intervino en su salvación. Pero qué dicha la mía, que cuando más vacía me sentía, cuando menos amada me consideraba, sus manos, del lago cenagoso me levantaban.
En secreto y en silencio ha sido guardado mi corazón, entre el bullicio de las tribus, el rechazo de quienes predicaban la gracia y la paz; un corazón entre manos, con cálido abrazo, con Palabras de amor ha sido cuidado.
¿Qué más he de pedir? Si aun faltara todo, su amor no. Si el aire se extinguiera, su soplo no. Si la luz se apagara, Él resplandece eternamente. Si las tinieblas gobernaran, su lámpara encendida está. En secreto y en silencio, parte de su familia soy.
No lo anunció a los montes, no lo gritó a los mares, pero por mi nombre me llamó. Él dijo: Mi hija eres tú, porque aunque tu padre y tu madre te dejaren con todo te recogeré. Y, por amor, por su eterno y perfecto amor, me adoptó, me limpió, vida nueva me dio, sus ojos vieron mi embrión, su voz por mi salvación retumbó en los cielos que testigos fueron del sufrimiento y sacrificio perfecto del Hijo de Dios en aquella Cruz.
En secreto y en silencio mi vida le pertenece. Aún si nadie más lo supiera, los cielos dan testimonio de que su excelso sacrificio me ha dado el privilegio de ser llamada por siempre a la mesa, como la hija que pertenece a la familia, como la niña que volvió al hogar del cual había salido pródigamente.
En secreto y en silencio mis ojos, corazón y alma anhelan sumergirse en las aguas de océano vasto de su sabiduría escrita; porque ¡oh, Señor! Gran tesoro nos has dejado con tu voz visible a nuestros ojos, palpable a nuestras manos, dulce a nuestro paladar, un deleite para quienes lo hemos degustado.
En secreto y en silencio, de tierra de esclavos me has liberado; de lugares extraños con altares de ídolos de carne me has arrebatado. Cuando menos esperaba, cuando más arraigada me encontraba, cuando vulnerable y ciega estaba, saliste a mi encuentro; me llamaste y, aunque dolió la ruptura, siempre tú has sido la respuesta a mi locura y mi cordura.
Eres la luz en el desierto, la nube que me resguarda en lo incierto; la luz que alumbra mis momentos obscuros y de profundo lamento. En secreto y en silencio, por siempre tu hija soy.
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#EscriboParaNoOlvidar
#MisMemorias | Agosto 2022
En Su Gracia
KF